Tras analizar el decreto de derechos y deberes propuesto para nuestros hijos, como familias no discrepamos con él en general, pero no estamos de acuerdo con las medidas que se toman cuando un alumno comete un acto transgresor de dichos deberes.
Lo más fácil es expulsar al chico de clase, ya sea a otra clase (que lo aguante otro…) o para su casa (que sus padres lo arreglen…), la cuestión es escurrir el bulto en vez de actuar en el problema. Obviamente hay excepciones en las que la medida puede ser la única vía de solución, pero creemos que existen otros remedios que beneficien tanto al alumno como a la convivencia del centro en general.
La expulsión, en muchos casos (somos jóvenes y nos quedan cercanas experiencias en el tema) será un motivo de alegría para el alumno mas que una medida de corrección de la conducta, y a la vuelta al instituto seguirá, probablemente, en las mismas.
Nos atrevemos a proponer la creación de más programas específicos que actúen sobre la conducta a cambiar, más atención psicológica y más atención personalizada ante un problema tanto para alumnos, familias y profesores.
Hay otros aspectos del decreto en los que incluiríamos alguna modificación, pero sin duda, el mas relevante nos parece este (la expulsión).
Somos: Maria, Graci, Patri, Elena y Sheyla
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